domingo, 27 de septiembre de 2009


Llenamos el caldero

de risas y salero,

con trajes de caricias rellenamos el ropero.


Hicimos el aliño

de sueños y de niños,

pintamos en el cielo la bandera del cariño.


Las cosas se complican,

si el afecto se limita a los momentos de

pasión.


Subimos la montaña

de riñas y batallas,

vencimos al orgullo sopesando las palabras.


Pasamos por los puentes

de celos y de historias,

prohibimos a la mente confundirse con memorias.


Nadamos por las olas de la inercia y la rutina, con la ayuda del

amor.


Vivimos siempre juntos,

y moriremos juntos,

allá donde vayamos seguirán nuestros asuntos.


No te sueltes la mano

que el viaje es infinito,

y yo cuido que el viento no despeine tu flequillo,

y llegará el momento que las almas se confundan en un mismo

corazón


...

sábado, 26 de septiembre de 2009

Marie y la Luna


Hace muchos años atrás, ví una película francesa, de un hombre abandonado por su mujer, su novia Marie. Pasó semanas tratando de ir a ver a Marie, lo único que sabía es que ella fué a vivir a Machu Picchu y su único cometido era tomar un tren para ir a Perú. El, muy torpe no sabia donde quedaba la ruina y solo tenia en mente que tomando el tren lo llevaria a ver a Marie. Vivía en Paris y su ignorancia no sabía de mas allá del océano; se pasó toda la pelicula tratando de averiguar cual tren salía de paris a Machi Picchu y siempre con Marie en su mente, ese era su norte..hallar a Marie.


Después de semanas de averiguaciones un día se despertó en la madrugada, fue al baño, volvió. Se sentó en su cama y sonó el téléfono: él dijo hola, pasó una fracción de segundos y dijo "Marie...!"

Ahí se acabó el film...


Hoy he tenido una grata velada y con buena compañia, una silla donde aposarme, un viento frio y avasallante, unas nubes que desmembraban el cielo y una luna a medio prender. Pense en la película francesa. De cuanto me llevaría caminar -si pudiese- de aquí a la luna. Cuantas ropas debo llevar, cuanta comida, se ve cerca pero parece que es lejos, da lo mismo, es un sueño. Solo debo tratar dentro de mi ignorancia ver como se ha de caminar hasta esa luna. Pensé mucho tiempo en la película francesa, en la torpeza del sujeto pero en la Fe que lo mantenía vivo. Pense que emprender tal empresa como ir a la luna, sonaba tan ridículo como tomar un tren desde Paris a Machi Picchu...


Ahora solo me espero a que suene el teléfono y yo contestar, para que al cabo de un segundo decir: "Luna!..."

sábado, 12 de septiembre de 2009



Erase una vez una niña de piel canela y nombre de Coral que paseaba por sus jardines amables y amplios, pero sin brisas. Se acercó al viejo árbol, el roble que hacia años estaba ahí pero jamás le había prestado atención.


Caminó con paso sigiloso por que algo brillaba en el suelo justo al lado del tronco Encontró un huevo azul como la noche y frio como el invierno. Se compadeció y decidió buscar el nido para arrojarle nuevamente a el. La mala fortuna se convertia en hazaña; no había nido alguno y pensó que solo el cielo era capaz de arrojar tan delicado tesoro a la tierra, justo a sus pies y ya le pertenecía.


Lo cobijó en sus canelas manos y pasó de ser azul a celeste. Corrió y lo llevó a su cuarto, calladita, sin que nadie la viese. Abrió su cajon de tesoros, donde guardaba todas las cosas que para ella eran importantes. Con sus pañuelos de seda hizo una cama confortable para el tesoro hallado...

Todos los días llegaba de jugar y se guardaba en su cuarto a hablar con su tesoro hasta que un día, entrando a su pieza sintió ruidos...provenián del cajón de tesoros. Sigilosamente lo abrió y se encontró con un tesoro nuevo. El huevo se quebró dejando pedazos por todos los rincones y los ojitos de un colibrí la miraban serenamente, moviendo sus alas celebrando porque ya había nacido bajo su alero...ella sólo lloró de dicha...


El cuarto comenzó a teñirse de colores y flores. Cada día pintaba hojas de papel de ella y el colibrí, las prendía con alfileres en las paredes y el colibrí con sus alas tomaba trozos de pintura y las coloreaba con tintes que solo reflejaban felicidad, con tinta indeleble, perduradera.


Cada vez que la niña canela entraba al cuarto y abría su cajón el colibri estallaba de felicidad y solo acudía a revolotear su cabellera, peinándola, acariciándola con susurros de viento, eran días de armonía entre ella y su gran secreto...duró por cien años de dibujos en las paredes, flores, revoloteos y tintas eternas.


La niña comenzó a crecer y el colibrí a extrañar, ya las visitas no eran frecuentes y decidió guardarlo en el cajón para que nadie lo viese, nisiquiera las paredes. El ave solo asintió que debía ser así por el bien de ambos, para que nada fuese develado, pero de cuando en vez ella venía y abría el cajón para rascarle la panza a su tesoro y él se volvía nuevamente feliz...y sonrreía. Y de vez en cuando salía del cajon a revolotear nuevamente su cabellera. Cuando llegaba la noche lo guardaba con silencios y besos, con begnidad de manos tiernas. Se dormía felíz.


Ha crecido la niña y necesita jugar más allá de su cuarto. La última noche que compartió con el colibrí dejó el cajón abierto y funestamente, la ventana también. Ella a lo lejos recordó aquel incidente y se desesperó..."se va a ir....ya vuela y se va a ir....". Pero no podía regresar al cuarto de niñez a verle; ya los colores de las tintas se estaban desvaneciendo y los papeles con dibujos de ambos comenzaban a descascarar de las paredes.


La niña no regresó jamás, no podía hacerlo...El colibrí volaba todos los dias en las mañanas a la ventana abierta, insinuando escuchar la risa de su veladora, y permanecía allí el día entero. A veces pensaba en volar, salir a ver el mundo de su amada, pero sus alas ya estaban bastante viejas para emprender nuevas tareas, las plumitas - que por años volaron en la cabellera de la niña- se atrofiaron porque la del nombre de Coral no lo visitaba. Pasaba dias enteros en la ventana abierta...en un rinconcito, sintiendo la brisa y el cielo abierto. Decidió no salir jamás, por si algún día ella regresaba y viera que la estaba esperando como cuando era niña... y así continuó, mañana tras mañana.


Una noche, tras la vigilia diaria se dirigió al cajón de los tesoros a protegerse del frio. No pudo cerrar el cajón por que no tenia ya fuerzas, y se quedó con sus ojitos abiertos por mil años, esperando a Su Niña...


Cierto día cayó el último dibujo de la pared del cuarto, se fueron los colores y se marchitaron las flores...Decidió cerrar sus párpados y dormir para siempre...con una sorrisa en su alma.